domingo, 30 de enero de 2011

Bendito seas Hank Moody.

- Roma arde - Dijo mientras se servía otra copa. - Y sigo hundido hasta las rodillas en un río de mujeres.
- Aquí llega - Pensó ella. Otra diatriba empapada en whisky sobre lo maravilloso que era todo en el pasado. Y sobre como nosotras, pobres almas perdidas, nacimos tarde para ver a los Stones o para esnifar coca como ellos en el Studio 54. Parece que todos nos hemos perdido todo aquello por lo que merece la pena vivir. Y lo peor de todo era que ella estaba de acuerdo con el.
Aquí estamos. En la cima del mundo. En el límite de la civilización occidental. Y todos nosotros estamos tan desesperados por sentir algo, cualquier cosa, que seguimos chocando unos contra otros y jodiendonos el 

camino ¿hasta el fin de los tiempos?.



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